Nada nuevo: mis proyectos para este
año 2015 cuya primavera va demorando en asentarse tienen mucho que ver con los
caminos del agua. Las obras del otoño 2014 requieren continuidad.
El mantenimiento y mejoramiento, en mi
entorno, de los diversos escurrimientos que descargan los caminos de sus
eventuales torrentes han sido prioritarios desde mi instalación aquí, desde
antes en realidad, desde que compré este predio. Dentro del terreno mismo el
drenaje de las cercanías de la casa y de ciertas zonas del prado fueron
ocupación permanente.
Esa obsesión es parte de mi
experiencia latinoamericana, en los Andes especialmente pero también en
Mesoamérica. Aprendí de los campesinos que, en ciertos ambientes, drenar y
regar es una de las primeras artes necesarias para la agricultura, para la
propia vida cotidiana cuando casas y caminos y carreteras se derrumban si
pobladores e ingenieros construyen ignorando caminos actuales y futuros del
agua.
Más aún, recuerdo que las cavilaciones
sobre caminos del agua fueron las que me llevaron progresivamente a reflexionar
el dichoso “desarrollo” en términos de circulación, por tanto de relación, de
acceso; a soñar la circulación de gentes, productos, ideas, amores, aguas…
Bueno, basta con molestarles con mis
añoranzas y frustraciones sobre oportunidades desaprovechadas. Ahora estoy en
la práctica y, en el 2014, di un salto en mis acciones sobre caminos del agua:
ya no me limité a acondicionar lo existente sino que, movido por las
necesidades y posibilidades y henchido de confianza por los años de observación
de esta realidad local, me lancé a transformaciones.
¿Mi vecino del sur se negaba a que
tumbemos los árboles medianeros que tapan el sol en el área prevista para
huerto? Me proyecté hacia la zona norte y la limpié para catar sus posibles
cariños y sabores hacia mis esperadas verduras y frutas. Mucho trabajo en
andenería pero mucho gozo a la vez. Me motivé. Pero antes…
El camino empedrado que me rodea está,
en esa parte, difícilmente transitable: pendiente fuerte, piso muy accidentado
y… agua, casi permanente pero que se vuelve verdadero riachuelo por épocas.
Personalmente casi no uso esta vía porque hice mi propia senda en mi terreno,
sin embargo ahí pasan hoy los peatones amantes de naturaleza; además es parte
de un patrimonio histórico sobre obras de los campesinos de antes y sobre la
circulación en esta serranía antes de los automotores con neumáticos, cuando por
aquí transitaba la mayoría de gentes y productos entre los valles. Ahora bien,
sabía que el único remedio era desviar la corriente para cruzar el empedrado y
enrumbarla en mi pradera.
Luego de concertaciones con el
municipio para que me autorice a proceder y para que colabore con la maquinaria
indispensable, abrimos o profundizamos tres grandes zanjas a ambos lados de la
vía. Los resultados ya están a la vista; el flujo es ahora mínimo; algunos
complementos podrán mejorar aún más. ¡Qué lindo!
¿Qué lindo? ¡Tengo para años
acompañando el trabajo de la naturaleza hasta que se consoliden los nuevos
caminos del agua! ¡Tengo más escurrimientos que limpiar y mantener! Y me toca
conocer dónde va y dónde aceptaría ir el agua en el área restante para mi
andenería pero que está recorrida por innumerables fuentes… ¿Quería planificar
mejoras? La naturaleza me está planificando; en todo caso ya me hizo mi
programa de trabajo para ésta y muchas temporadas…
Las Fayas de
Valcivières, sábado 4 de abril del 2015
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