jueves, 16 de junio de 2011

1. Bienvenidos a mi cabina internet del cerro

Les Fayes, lunes 6 de junio del 2011

Esta es una tradicional casa campesina de altura en el rincón donde vivo. Está a doscientos metros de la mía, subiendo, en el caserío vecino llamado Les Chaumettes ubicado en un rellano. A mediados de los años 50, fue la primera en ser vendida por una familia campesina a un “extraño”, un notario de una ciudad cercana. A la muerte de éste, pasó a una entidad que se ocupa de la preservación del patrimonio dentro del Parque Natural Regional al que pertenezco, el Livradois-Forez. Por eso ha sido conservada en su estado original. Es una suerte de casa-museo… que casi nadie visita, que está abierta al que quiera entrar.

Esa ha sido mi suerte. Desde mi propio caserío Les Fayes, metido en la pendiente, no se puede captar internet; en Les Chaumettes sí, con una llave o tarjeta 3G. Mi primer intento de conexión fue en enero, en pleno invierno, con nieve y frío. Mis dedos se congelaban y no lograba teclear. Me fui a la casa-museo y adentro pude quitarme los guantes más gruesos y comunicarme, aunque muy mal.

Para mi segundo intento me preparé mejor; traje una extensión para colgar mi llave en las vigas del techo y poder consultar en la pieza de vida de abajo donde no corre tanto aire. Funcionó. Rústico y difícil pero mejor que nada. Me entraron ganas de crear algunas condiciones más favorables.

La tercera vez llegué con material de limpieza y, además del suelo, me dediqué a limpiar la ventana y su tablero: mi aspiración era trabajar adentro pero con la vista hacia el hermoso entorno natural que telarañas y suciedad no dejaban ver. Todo cambió, me regocijé. Adopté el lugar y lo bauticé: el “cyberburon”, es decir la cabina internet; en francés se habla de cibercafé para las cabinas internet; “buron” es un nombre regional para las casas campesinas de altura en piedra.

No pasaron quince días para que tuviese mi gran recompensa. Teníamos un veranillo, la nieve se había derretido, el pasto era nuevamente accesible. Estaba consultando mi correo cuando percibí un movimiento cercano: eran dos venados comiendo en el prado delante de mí, a unos pocos metros. Me quedé contemplándolos emocionado mientras se iban desplazando poco a poco, hasta que dejé de verlos.

Pocos minutos después me sorprendió otro movimiento. Esta vez uno de los venados había salido del prado y estaba… delante de mi ventana, a unos dos metros máximo. Nunca se acercan a las casas habitadas pero allí no había ni luz, ni humo, ni señal alguna de mi presencia. No me aguanté; de mi chaleco-maravilla con sus trece bolsillos saqué la cámara fotográfica; ni sé cómo poner o quitar el flash, estaba con flash, el animal lo percibió pero no se asustó; más bien se dio vuelta para mirar. Saqué otras dos fotos sin espantarlo y me quedé compartiendo con él; él se gozaba con el pasto verde; yo me gozaba con ese instante privilegiado.

 
Es así como tengo una cabina internet excepcional. Como decía no es muy eficiente para comunicar pero está acorde con el entorno. Ir allí es un paseo casi siempre agradable; rara vez me limito a un simple ir y venir; me detengo en el camino para escuchar lo que me dice esta vegetación que conozco mal, para sentir o ver tantas vidas de la fauna, para llenarme del paisaje que, allí arriba, se amplía a lo lejos, hacia las serranías del otro lado del valle, hacia los viejos volcanes de la Auvergne.

Aún me falta mucho pero me encanta la idea de armonizar aquí naturaleza y tecnología para saborear el vivir bien.

2 comentarios:

José Soriano dijo...

Maestro...que bueno ver que refunda el concepto de cabina de los Andes a los Alpes como un libro de mi infancia. Nada gusto de saber que está bien y sana envidia pensando en el estallido de la primavera en sus parajes. Envidia, de la sana, pero envidia al fin. Abrazo mas que fraterno desde mi abigarrada covacha sin ventanas. js

Lorena Sara-Lafosse dijo...

Mi queeido Pierre,
No imaginas la alegria que podemos compartir contigo al sentir los olores, los crujidos de las ramas bajo tus pies, el ser objeto de la atencion de los habitantes de tu entorno. Espero poder visitarte pronto y que seas mi guia para descubrir mas encantos de la naturaleza.
Bisous, Lorena