jueves, 9 de abril de 2015

Nuevas pistas en los caminos del agua

Nada nuevo: mis proyectos para este año 2015 cuya primavera va demorando en asentarse tienen mucho que ver con los caminos del agua. Las obras del otoño 2014 requieren continuidad.
El mantenimiento y mejoramiento, en mi entorno, de los diversos escurrimientos que descargan los caminos de sus eventuales torrentes han sido prioritarios desde mi instalación aquí, desde antes en realidad, desde que compré este predio. Dentro del terreno mismo el drenaje de las cercanías de la casa y de ciertas zonas del prado fueron ocupación permanente.
Esa obsesión es parte de mi experiencia latinoamericana, en los Andes especialmente pero también en Mesoamérica. Aprendí de los campesinos que, en ciertos ambientes, drenar y regar es una de las primeras artes necesarias para la agricultura, para la propia vida cotidiana cuando casas y caminos y carreteras se derrumban si pobladores e ingenieros construyen ignorando caminos actuales y futuros del agua.
Más aún, recuerdo que las cavilaciones sobre caminos del agua fueron las que me llevaron progresivamente a reflexionar el dichoso “desarrollo” en términos de circulación, por tanto de relación, de acceso; a soñar la circulación de gentes, productos, ideas, amores, aguas…
Bueno, basta con molestarles con mis añoranzas y frustraciones sobre oportunidades desaprovechadas. Ahora estoy en la práctica y, en el 2014, di un salto en mis acciones sobre caminos del agua: ya no me limité a acondicionar lo existente sino que, movido por las necesidades y posibilidades y henchido de confianza por los años de observación de esta realidad local, me lancé a transformaciones.
¿Mi vecino del sur se negaba a que tumbemos los árboles medianeros que tapan el sol en el área prevista para huerto? Me proyecté hacia la zona norte y la limpié para catar sus posibles cariños y sabores hacia mis esperadas verduras y frutas. Mucho trabajo en andenería pero mucho gozo a la vez. Me motivé. Pero antes…
El camino empedrado que me rodea está, en esa parte, difícilmente transitable: pendiente fuerte, piso muy accidentado y… agua, casi permanente pero que se vuelve verdadero riachuelo por épocas. Personalmente casi no uso esta vía porque hice mi propia senda en mi terreno, sin embargo ahí pasan hoy los peatones amantes de naturaleza; además es parte de un patrimonio histórico sobre obras de los campesinos de antes y sobre la circulación en esta serranía antes de los automotores con neumáticos, cuando por aquí transitaba la mayoría de gentes y productos entre los valles. Ahora bien, sabía que el único remedio era desviar la corriente para cruzar el empedrado y enrumbarla en mi pradera.
Luego de concertaciones con el municipio para que me autorice a proceder y para que colabore con la maquinaria indispensable, abrimos o profundizamos tres grandes zanjas a ambos lados de la vía. Los resultados ya están a la vista; el flujo es ahora mínimo; algunos complementos podrán mejorar aún más. ¡Qué lindo!
¿Qué lindo? ¡Tengo para años acompañando el trabajo de la naturaleza hasta que se consoliden los nuevos caminos del agua! ¡Tengo más escurrimientos que limpiar y mantener! Y me toca conocer dónde va y dónde aceptaría ir el agua en el área restante para mi andenería pero que está recorrida por innumerables fuentes… ¿Quería planificar mejoras? La naturaleza me está planificando; en todo caso ya me hizo mi programa de trabajo para ésta y muchas temporadas…

Las Fayas de Valcivières, sábado 4 de abril del 2015